AVISO

Osteopatía Barbastro es un centro parasanitario. La osteopatía está reconocida internacionalmente como una especialidad con identidad propia dentro de las aplicaciones que pretenden fomentar un mejor funcionamiento del organismo. Según la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud), la osteopatía puede ser practicada por personal sanitario como terapia complementaria a su especialidad, y también por personal no sanitario de manera específica por osteópatas con formación reconocida por los organismos competentes. En Osteopatía Barbastro estamos avalados por nuestra formación cumpliendo los estándares exigidos a nivel europeo recogidos en la Norma UNE EN 16686 de 2015 sobre la prestación de asistencia en Osteopatía. No tratamos enfermedades, lesiones o patologías, nos dedicamos a intentar ayudar a las personas a disfrutar de una mejor calidad de vida gracias a la osteopatía y sus aplicaciones.

Movimiento

El ser humano es una especie producto de la evolución de los seres vivos sobre la tierra durante millones de años. Durante ese tiempo, los cambios y adaptaciones al medio se han ido produciendo y transmitiendo generación a generación. No hemos parado, no somos un producto final, seguimos evolucionando.
Esos cambios han ido produciendo adaptaciones lentas y sólidas al medio externo. Pero los grandes avances tecnológicos que el homo sapiens ha ido introduciendo en poco tiempo han modificado de manera espectacular ese medio en los últimos siglos. Apenas nada en el conjunto del largo proceso evolutivo.
Como resultado hay muchas funciones físicas, de las que depende nuestra salud global, que adaptadas durante milenios a un medio más hostil, ya no se utilizan para lo que evolucionaron y eso tiene consecuencias. La salud es el resultado de un delicado equilibrio de nuestras funciones a nivel físico, psiquico, emocional y social, como mínimo, y nuestro organismo todavía depende para mantener este equilibrio del movimiento.

Como consecuencia de los cambios en la sociedad actual, la humanidad presenta también cambios drásticos tanto en estilo de vida como en salud, la cual se ha visto afectada por la aparición de patologías crónico-degenerativas. Éstas se han venido desarrollando debido a los malos hábitos alimenticios y de inactividad física, perfilándose como un serio problema de salud publica, mostrando que un estilo de vida sedentario ayuda a la progresión de enfermedades cardiovasculares y otro tipo de enfermedades degenerativas.
Es cierto que los mismos cambios y avances nos han hecho llegar a un nivel de vida y a unos conocimientos nunca antes sospechados, que son incluso capaces de solucionar problemas que ellos mismo crean.
Pero el sedentarismo y la inactividad causan disfunciones profundas y peligrosas para la salud.

Sin embargo, esto no es un problema que apareció de un momento a otro, esta serie de cambios se han venido generando a través de los tiempos gracias a la evolución tecnológica y a la disminución de trabajos físicos del hombre para satisfacer algunas necesidades entre las que se puede contar la alimentación. Todos estos cambios de una u otra forma han fomentado el sedentarismo que a medida que pasó el tiempo se hizo más evidente y con ello también enfermedades crónico-degenerativas como obesidad, hipertensión y alteraciones múltiples.


    
El hombre de la era paleolítica (50000 - 10000 a.c.), se veía obligado a realizar grandes desplazamientos para poder obtener alimentación. A medida que el tiempo fue pasando empezaron a aparecer inventos, avances tecnológicos y técnicas de producción y consecución de alimentos que hacían que la lucha por sobrevivir fuera menos difícil. Una vez creadas estas comodidades por el hombre para su beneficio se inicio una problemática silenciosa que solo se pudo observar con el pasar del tiempo traducida en patologías crónico-degenerativas como la obesidad, el cáncer, la diabetes, hipertensión y cardiopatias, entre otras (Booth W. 2002). En pocas palabras los avances tecnológicos crearon una cultura de sedentarismo que hoy día afecta la salud y las expectativas de vida del ser humano.
Que el déficit de actividad física perjudica nuestra salud está suficientemente demostrado y contrastado. La manera en que esta falta de movimiento nos afecta se puede concretar con muchos ejemplos y argumentos.



¿Quién no ha tenido los tobillos hinchados tras largas horas sentado en un avión o un autobús? La circulación de fluidos en el organismo esta ligada al movimiento, que favorece esta circulación. No en vano a los músculos de la pantorrilla se les ha denominado el segundo corazón, bomba muscular, o corazón venoso periférico de Bauer, por su función de ayuda al retorno venoso con su contracción y relajación. Esta función se produce cuando caminamos o corremos. Y no es para que no se nos hinchen los tobillos si estamos mucho tiempo parados, eso es solamente la consecuencia. Esta bomba hace que nuestro corazón tenga que hacer menos esfuerzo para hacer circular la sangre si nos movemos que si estamos parados. Qué curioso.


Este y muchos otros ejemplos como la contracción y relajación rítmicas del músculo diafragma que favorece la vascularización y el drenaje de nuestras visceras, son solamente ejemplos puntuales de funciones concretas de que el organismo a nivel global esta adaptado al movimiento y la falta del mismo hace que se desequilibre y funcione peor.    

A nivel metabólico y de gestión energética, la capacidad de almacenar nutrientes es una adaptación del organismo humano desarrollada por nuestros ancestros de la era paleolítica (50000 – 10000 a.c.) debido a una necesidad fundamental del hombre como lo es la supervivencia. Su aparición es el resultado de siglos de adaptaciones y transformaciones en la evolución del hombre en donde quienes lograban el desarrollo de esta capacidad en su organismo se aseguraban una ventaja para poder sobrevivir en épocas en donde escaseaba la alimentación, respecto a quienes no podían obtener el beneficio del mismo. Por consiguiente, estos hombres tenían una probabilidad casi nula de vivir en las épocas difíciles. Es decir, sobrevivía quien tuviera mejor adaptación al medio y ventajas energéticas, en pocas palabras subsistía el más fuerte y esto es conocido como la teoría de la selección natural de Darwin (Cherow y Vallasi 2002).

    Pero, ¿como funciona esta capacidad? En la era paleolítica el hombre sobrevivía cazando y recolectando alimentos (Eaton, et al. 2002). Sin embargo, esto era una práctica muy difícil debido a que no siempre tenían abundancia de alimentos. Los hombres se veían obligados a cazar entre 1 y 4 días por semana para conseguir alimentación y las mujeres realizaban recolección de comida cada 2 o 3 días, esto ayudó a las adaptaciones metabólicas del organismo humano para resistir picos altos y bajos tanto de esfuerzo como de alimentación, el organismo había encontrado la manera de regular su homeostasis y adaptarla a las condiciones ambientales (Chakravarthy M. y Booth F. W. 2002). Llegaban épocas en las cuales la disponibilidad de comida era abundante, entonces el organismo cumplía su función de almacenamiento de nutrientes y fuentes energéticas a manera de ácidos grasos y triglicéridos que eran utilizados en épocas de hambruna por lo que se veían obligados a pasar varios días cazando y efectuando viajes bastante largos en donde los esfuerzos a diferentes intensidades y volúmenes, eran predominantes. Esto fue en gran parte, el motivo principal de desarrollo de esta capacidad de almacenamiento del organismo que servía en épocas de picos de esfuerzo altos con baja presencia de alimentos.

    No obstante, el hombre modifico su ambiente y las necesidades energéticas se hicieron menores debido a que éste ya no se veía en la obligación de hacer grandes desplazamientos para cazar y conseguir su alimentación. Ésta alimentación, a diferencia de la actividad física si aumento, el hombre empezó a tener alimentos de forma constante y de una manera fácil, suprimiendo los periodos de hambruna que se observaban en la época de nuestros ancestros de la era paleolítica (50000 – 10000 a.c.). Hoy día y a pesar del cambio en el estilo de vida del hombre esa predisposición al almacenamiento de nutrientes se mantuvo vigente cumpliendo su función, que en esencia es la de almacenar triglicéridos y ácidos grasos para asegurar la disponibilidad de energía en periodos de escasez.


Una vez el tiempo fue pasando empezaron a aparecer inventos, avances tecnológicos y técnicas de producción y consecución de recursos alimenticios que hacían que la lucha por sobrevivir fuera menos difícil. Había mayor cantidad y facilidad de conseguir alimentos, acompañado esto, de menos demanda de trabajo físico para el mismo fin. Una vez disminuidas estas necesidades de consecución de alimentos, él hombre pudo centrarse un poco mas en trabajar para su beneficio y comodidad, es así, como empezó a construir inventos que disminuirían sus demandas energéticas y físicas. Un claro ejemplo de ello, fue la revolución industrial en donde se observo el mayor incremento tecnológico en transporte y en el sector industrial, donde la producción se hizo con menor trabajo físico. En una idea mas global, los avances tecnológicos y los incentivos económicos por los trabajos que no tenían que desarrollar actividad física exigente crearon una cultura de sedentarismo que hoy día afecta la salud y las expectativas de vida del ser humano (Haskell W. 2007). El hombre tiene en la actualidad permanente alimentación y sus esfuerzos se disminuyeron considerablemente, causando la acumulación de sustratos y combustibles energéticos que posteriormente serán causales de enfermedades crónicas.



Los cambios producidos en la salud por la alteración del ambiente han provocado serios problemas en la sociedad moderna. Quizás una muestra de que el sedentarismo causa enfermedades es la evidencia encontrada en estudios sobre nuestros ancestros con demandas energéticas de 206 kJ. Kg-1. Dia-1 mientras un humano actual tiene unas demandas energéticas de 134 kJ. Kg-1. Dia-1, esto quiere decir una diferencia de 72 kJ. Kg-1. Dia-1 de menor gasto energético. La diferencia de 72 kJ. Kg-1. Dia-1 se traduce en que hay una deficiencia de ejercicio físico equivalente a una caminata alrededor de 19-33 kilómetros por día en una persona de 70 kg (Cordain. 1998). Esto no quiere decir que el hombre de hoy deba desarrollar esta carga de trabajo físico diaria para tener una buena salud, pero, si es una buena explicación para entender porqué actualmente nuestra sociedad esta siendo afectada por las enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión, cáncer, obesidad y cardiopatías. Utiliza menos su cuerpo y este se transforma. La estructura es consecuencia de la función, y si no hay función, o esta disminuye, la estructura degenera. 
Cabe agregar que un problema que se suma y ayuda a la aparición de estas patologías y problemas de salud pública es el consumo de bebidas alcohólicas, el cigarrillo, la malnutrición y por supuesto la falta de ejercicio físico (Eaton 1988), junto con la influencia de tipo ambiental en que viven las personas.




    Parte de lo dicho anteriormente, se puede observar al ver la comparación hecha por un estudio entre dos tribus que tienen parentesco pero que se ubican en partes geográficas diferentes, estas tribus son las de los indios Pima de Arizona y de México. Estos últimos, tenían dietas basadas principalmente en productos vegetales, bajas en grasa y ricas en fibra, gracias a esto no sufrían de enfermedades como diabetes, cáncer u obesidad pues incluían bastante actividad física en sus labores diarias, ellos realizaban trabajo físico 23 horas por semana y esto se demostraba en que pesaban 26 kg menos de media que sus parientes de Arizona quienes si tenían una dieta típica Estadounidense con altos niveles de grasa, pesaban mas, realizaban menos actividad física y trabajaban (físicamente) tan solo 5 horas a la semana favoreciendo la aparición de enfermedades como diabetes tipo II (Valencia. 1999). Este estudio trato de mostrar los beneficios de una sana alimentación y la practica de actividad física, a partir de un ambiente diferente y que gracias a esto se observaron marcadas diferencias entre los grupos.

Hoy en día debido a las ocupaciones laborales, el hombre no dispone de tiempo suficiente para realizar actividad física, debido a diferentes mitos en donde se cree requerir grandes cantidades de tiempo por día, que solo el ejercicio vigoroso y de alta intensidad mejoran la salud (Haskell W. 2012). Sin embargo, el Colegio Americano de Medicina del Deporte hace una aclaración respecto a estas hipótesis recomendando la actividad física a una intensidad moderada con una duración mínima de 30 minutos y preferiblemente todos los días de la semana (Haskell W. 2012). Si esto se llevara a cabo el problema de salud publica empezaría a disminuir mejorando la calidad de vida de nuestra sociedad.


    Otro aspecto en el que nos podemos fijar es el morfofuncional. En la era paleolítica (50000 – 10000 a.c.), nuestros ancestros presentaban músculos y morfología mucho mas grande a la del ser humano actual debido a que se veían obligados a realizar una gran cantidad de actividad para poder sobrevivir al medio (Neel. 1998), a medida que se evoluciono, las necesidades cambiaron y la morfología humana disminuyó su tamaño, debido en gran parte a que ya no se realizaban actividades físicas extensas, pero lo que no cambio fue la función del gen “económico”, éste, siguió cumpliendo su papel de almacenamiento de sustratos y combustibles para las épocas de hambruna, y, al disminuir las demandas energéticas y mantener los almacenamientos se empezó a desarrollar desordenes metabólicos, enfermedades y complicaciones crónicas de la salud como la obesidad.



    La constitución corporal del hombre de la era paleolítica presentaba una mayor hipertrofia muscular, ya que se veía obligado a levantar cargas pesadas y a transportarlas grandes distancias en donde la perfusión de sangre a los grupos musculares debía ser optima, es decir, necesitaba de un corazón grande y funcionalmente excelente. Estas actividades fueron desarrollando la adaptación de los músculos para los trabajos físicos y la programación para que el ser humano lograra acumular sustratos y los empleará en épocas de hambruna. Esa misma programación es la que afecta al hombre actual en su salud, esto obedece a que ya no desarrolla mayor actividad física incrementando los niveles de mortalidad (Sherman 2001).
    La función de los músculos en nuestros ancestros era mucho mas eficiente debido a sus necesidades y esto es visto en la capacidad que tenían para oxidar combustibles, el buen funcionamiento a nivel cardiovascular, el desempeño metabólico y su sistema endocrino.
    En la era paleolítica los músculos de nuestros ancestros eran adaptados al medio y contaban con una alta densidad mitocondrial, esto permitía la producción de grandes cantidades de energía, y no dependía absolutamente del uso de glucógeno que es de muy poca duración en la actividad, es así, como podían durar largas jornadas trabajando y desplazándose. Durante la exigencia física, ellos sufrían un efecto de acumulación de ejercicio en las células musculares, esa acumulación, durante el descanso se estabilizaba, adaptándose a las cargas que habían sido aplicadas durante una jornada, haciendo que la capacidad de trabajo del musculo fuera cada vez mayor. De este modo, las adaptaciones mencionadas son descritas como pequeñas perturbaciones de la homeostasis que ocurren con el entrenamiento para una posterior estabilización de la misma y adaptación a las cargas de trabajo, cosa que no ocurre con personas desentrenadas que tienen deficiencia de ejercicio en el musculo esquelético y cardiaco y al desarrollar las mismas actividades de una persona entrenada, sufren grandes perturbaciones de la homeostasis entrando en riesgo  además, de desarrollar en forma ineficaz la actividad. Todas las adecuaciones funcionales del hombre de la era paleolítica no serian posibles sin la coordinación y el funcionamiento en conjunto de diferentes órganos y sistemas del cuerpo que se adaptaron a las demandas de trabajo.

    Uno de los sistemas con mayor compromiso en el funcionamiento del cuerpo durante el ejercicio es el sistema cardiovascular, que según estudios, necesita de la constante producción de oxido nítrico para su correcto funcionamiento actuando como un vasodilatador de los conductos de las arterias y permitiendo un mayor flujo de sangre durante el incremento de trabajo. La producción de oxido nítrico se ve afectada por la hiperglucemia, el estrés, la inactividad física, entre otros, dificultando el funcionamiento vascular por la constricción de los mismos (Kelm. 2002). Es decir, la actividad física es necesaria y su entrenamiento a largo plazo permite un aumento del diámetro de los vasos sanguíneos coronarios dando como resultado un mejor flujo de sangre (Kingwell. 2000). 
Sin embargo, es necesario acompañar el ejercicio con una correcta dieta que complementa y balancea la alimentación con nutrientes de tipo animal, la ingesta de alimentos con contenido de fibra, antioxidantes, vitaminas, entre otros, acompañado de una disminución en el consumo de sal y por supuesto evitando el cigarrillo y las bebidas alcohólicas. Es así, como se puede observar la importancia del ejercicio en la vida diaria, en el desarrollo de una hipertrofia del musculo cardiaco y una función clínica y fisiológica superior (Booth F, Chakravarthy M. 2002), que reduce el riesgo de morbilidad y mortalidad.


    En la época actual, el corazón que poseen las personas sedentarias es fisiológicamente limitado y presenta una hipertrofia mucho menor a la del hombre de la era paleolítica. No obstante, este tipo de corazón es definido como normal debido a que la mayor parte de las personas de la sociedad lo presentan. Por otra parte, las personas con un mayor desarrollo funcional y de hipertrofia en su músculo cardiaco, son considerados sujetos con adaptaciones, atletas principalmente, los cuales presentan sistemas cardiovasculares muy semejantes a los de nuestros ancestros. Es por esto, que la clasificación de corazón normal debería ser la del deportista y no la de la persona sedentaria, ya que los individuos que desarrollan actividad física no presentan patologías crónico-degenerativas. Esta tesis es postulada principalmente atendiendo a que el hombre vivió en este tipo de condiciones durante miles de años y solo unos cientos de años modifico su estilo de vida.
    Los sistemas endocrino y metabólico también sufren las complicaciones contenidas en un estilo de vida sedentario, básicamente se ven afectados por problemas relacionados con la captación de glucosa por parte de las células musculares. Estas crean una resistencia a la insulina, que más tarde pueden originar enfermedades de tipo crónico-degenerativo, comunes en la sociedad actual convirtiéndose en un problema de salud pública.
 La inactividad física no es un problema que ha surgido de un momento a otro, mas bien, es el resultado de una serie de cambios en el estilo de vida del hombre, que buscando su comodidad y facilidad para vivir, se encontró con una amenaza para su salud.

   Como conclusión se puede decir que la información genética que posee el ser humano hoy en día es la misma que la de nuestros ancestros de la era paleolítica. Por tanto, el hombre esta diseñado para el movimiento y para realizar exigentes trabajos físicos. Los distintos sistemas orgánicos del ser humano están preparados para afrontarlos y el organismo de manera global mejora su funcionalidad si realiza estos trabajos físicos. Si se altera esta función, el desarrollo de las enfermedades crónico degenerativas se hace evidente en la especie.
    Los individuos necesitan un mínimo umbral de actividad física y ésta, al igual que la alimentación es una necesidad básica vital. En el momento que se olvida esto, la naturaleza humana se altera afectando el estilo de vida saludable. Por supuesto este umbral es totalmente individual y cambia si es estimulado, pudiendo llegar a límites insospechados dependiendo de la naturaleza de cada individuo. De igual manera un estímulo desproporcionado trae consecuencias negativas sobre el organismo. En el balance entre actividad y descanso con estímulos proporcionados al estado actual y progresivamente mayores está la clave de la salud.

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