El masaje es una técnica manual con la que se trata de tonificar o relajar los llamados tejidos blandos del organismo como son músculos, tendones, ligamentos y fascia principalmente, aunque su efecto se aprecia también en todas las demás estructuras. En ocasiones se llama masaje a toda terapeútica que toca con las manos al paciente y realiza determinado tipo de maniobras.
Los profesionales de la osteopatía realizan el masaje como complemento a su objetivo de relajar y soltar el tejido para facilitar la posterior corrección de la disfunción que pueda estar causando los síntomas.
Pero a la vez es una manera de mantener activa la sensibilidad manual que permite la exploración del tejido en particular y del organismo en general.
Un masaje no es necesariamente siempre terapéutico ya que podemos utilizarlo, por ejemplo, como descarga tras una actividad física o intelectual intensa o como tonificador y recuperador tras un periodo largo de inactividad o inmovilización. También es muy utilizado en el mantenimiento de estructuras más vulnerables a las sobrecargas como la espalda y el cuello. No podemos olvidar que muchas disfunciones estructurales son consecuencia de tensión mantenida en nuestros tejidos.
El masaje puede ser muy intenso o de una enorme sutileza, por lo que puede ser recibido por cualquier persona y en cualquier circunstancia, salvando las escasas contraindicaciones que un buen profesional siempre va a tener en cuenta.
Unas manos expertas que aplican un masaje no solamente realizan repetidos gestos mecánicos, también sienten lo que están palpando, tanto a nivel superficial como profundo, y estas sensaciones marcan en todo momento el ritmo, la intensidad, la presión y la dirección en la que se van a mover con lo que cada masaje se convierte en acto único e irrepetible adaptado a cada persona y situación.
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